Un día cualquiera del año del Señor de 1259 los trabajos en la iglesia-catedral y convento de San Miguel de Foces han terminado. El edificio luce espléndido, hermoso, redondo. Sus medidas áureas en planta y alzado lo hacen destacar estéticamente del resto de edificios plebeyos del entorno. Eximino o Ximeno de Foces, su promotor, revisa diariamente la obra henchido de orgullo. Han pasado diez años desde el inicio de las obras. Todos los operarios han partido ya a otros destinos, sobre todo Valencia, donde los Foces son fuertes en posesiones e influencias. Solo permanece en el lugar pequeña representación encabezada por el maestro de obra y el de canteros. Hay pequeños defectos que subsanar, nada grave. También hay que colocar de forma adecuada algunos detalles importantes que forman parte del regalo sorpresa que Ximeno guarda para los Caballeros de San Juan de Jerusalén (también llamada Orden del Temple), nada menos que nueva iglesia y el convento aledaño. Entre esos detalles reviste especial importancia el reloj de sol de la fachada sur. Las pinturas del interior tardarán cerca de cincuenta años en realizarse, ya en el ocaso del imperio de los Foces en el lugar.
Lejos están los días en los que el jefe y maestro de canteros mostraba a Ximeno los bocetos fundamentales para su aprobación. Olvidadas están las disputas familiares acerca de los rostros de la estirpe que lucirán, casi para la eternidad, en el sagrado saledizo. Se trata de emular, de alguna manera, los rostros del alero sobre la Puerta del Palau de la Catedral de Valencia, éstos, los de San Miguel son menos arcaicos, desde luego se trata de maestros, de operarios diferentes y también de distintas concepciones. Ximeno quiere un popurrí de motivos, y los tendrá.
El mayor contratiempo, sin duda, ha sido el tozudo empeño del padre de Ximeno, Artal de Foces, de poner por escrito en su testamento su voluntad de ser enterrado fuera del mausoleo que su hijo ha preparado en el interior de la iglesia. Quizá ha pesado en su decisión el hecho de que todo lo que ha acaparado durante toda su vida, incluidas las reliquias (un lignum crucis entre ellas, nada menos) que el Papa le regaló por sus servicios prestados en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, todo, irá a parar a manos, mejor dicho, al saco de los sanjuanistas.
En fin, que si el padre no quiere reposar eternamente en la deslumbrante tumba que Ximeno ha preparado para su estirpe, bien podría ocupar su puesto el abuelo y, respecto al tejaroz, lo mismo. Si disponer y trasladar el cadáver del abuelo, por cierto llamado como su hijo Atho de Foces, es ciertamente complejo, disponer su cara en un canecillo es una tarea mucho más sencilla, habida cuenta de que el maestro escultor que tenga la gloria de labrarla en un bloque de arenisca dispondrá de un modelo inmejorable de su rostro: su máscara mortuoria.
Dispondremos de varios burlones lenguaraces que eso siempre conviene para espantar a los malos espíritus y prevenir a las almas pecadoras de lo que les espera en el infierno, piensa Ximeno.
En esos aleros que las matemáticas han creado, lejos del suelo y cerca del cielo, tendrán necesaria cabida las efigies de nuestros antepasados. Y este es un pensamiento y un propósito fundamental en el promotor de la obra.
Además será necesario disponer de animales domésticos y salvajes que exalten las virtudes de nuestra progenie para ejemplo de generaciones venideras, sigue pensando Ximeno.
Quién piense que el conjunto de figuraciones de los aleros de Foces se limitaba a esta nueve figuras creo que está muy equivocado; es muy probable que todos o gran parte de los canecillos de los tres ábsides estuviera poblado de animales y monstruos imaginarios cabalgando entre al realidad y el ensueño.
Si bien es cierto que todo lo expuesto hasta aquí (o casi todo) son conjeturas, bien pudo ser así, ya sabéis que la realidad supera en muchas ocasiones a la ficción.
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JESÚS VIÑUALES BORAU
Pequeña referencia bibliográfica:
- Los Foces de San Miguel de Foces y sus antepasados. M.ª Dolores BARRIOS MARTÍNEZ
- http://mgiribetshistoria.blogspot.com/2019/03/romanico-de-la-hoya-de-huesca-ibieca.html
- Bestiario medieval. Edición a cargo de Ignacio Malaxecheverría. Ediciones Siruela. Madril.
- Monstruos y grutescos en los manuscritos medievales. Alixe Bobey. A y N ediciones.