Pedro Vitales, un hombre inquieto
Parece haber acuerdo en que Pedro Vitales nació en Alberuela de Laliena, entonces parte de las posesiones de la Orden del Hospital, aunque no se tiene constancia de la fecha exacta.
Estudió en la universidad de Huesca, siendo bachiller en Artes en 1542 y doctor en Teología en 1553. En 1559-1560 fue visitador y provisor del obispo de Huesca, recorriendo la diócesis. Fue posteriormente prior en Gurrea de Gállego y canónigo del monasterio de Montearagón. Buen conocedor de la historia y la heráldica aragonesa, siendo aún monje fue autor de un Nobiliario de las casas y linages del Reino de Aragón y de sus Armas, que fue uno de los primeros trabajos dedicado a dicha temática y sería publicado y ampliado por el capuchino Pedro de Zayas y por el cronista Diego Vicencio de Vidania.
El traslado del abad Pedro Martínez de Luna a la sede de Tarazona en 1572 conllevó la elección de Pedro Vitales como nuevo abad del monasterio de Montearagón, siendo confirmado por el papa en 1573. Por desgracia murió el 29 de mayo de 1574.
La presente entrada se enmarca en un un lugar y fecha concretos del itinerario que, como provisor del obispo de Huesca, realizó por tierras oscenses. Se trata de la localidad de Liesa, el día 5 de septiembre de 1560. Mi propósito con este análisis microscópico (y también, en parte, imaginario por literario) es acercarme a otro tiempo, a otras mentalidades, con el fondo y la banda sonora de un paisaje que conozco y que ha modelado mi vida.
Con ese propósito me he pertrechado con una obra imprescindible: Viaje por pueblos oscenses de Jesús Conte Oliveros, libro que tenía en mi poder desde tiempo casi inmemorial y que siempre me ha parecido una gran ventana al pasado para curiosos auténticos. Así que me he montado en la mula (si la hubo) del bueno de Pedro Vitales y he mirado a través de sus quevedos (si los hubo) con ojos viejos de ahora, de esos que lo han visto todo, pero que están seguros de que algo se dejaron atrás.
LIESA, 5 DE SEPTIEMBRE DE 1560
Cabalga el doctor Viatales sobre la mula torda con desgana. Es su forma de montar a caballo de toda la vida. Lo hace con esa dejadez propia de un intelectual, muy alejada del hombre de acción o de armas. No hay que engañarse, porque energía tiene de sobra, pero en el momento adecuado. Por la posición del sol parece que ha transcurrido una hora desde el amanecer y ya hace calor, demasiado; al mediodía será insoportable. Al atravesar el torrente Rija, a doscientos metros de su destino, la mula chapotea con ganas, como si buscara refrescarse. La vehemencia de sus pisadas hace salpicar el agua hasta la cara del doctor lo que le provoca un sobresalto, un súbito despertar que hace sonreír a Vicente, el escribano que lo acompaña sobre una segunda mula y que se ocupa de una tercera mula de carga. A pesar de lo que se dice popularmente de las mulas tordas, la del doctor Vitales es dócil y cumplidora; suele dar más problemas la mula de carga que siempre, aunque el camino sea llano, hace bambolear el baúl con las pertenencias del veedor hasta alarmar a cualquiera que vaya tras ella. Algunos siguen a las mulas a la entrada del pueblo, Vitales los mira complacido al mismo tiempo que saluda a los presentes que a los lados del camino de acceso a la iglesia le observan con ojos curiosos. A lo lejos se distingue al cura y los jurados que esperan su llegada junto a la entrada lateral del templo, sus vestimentas, aunque sencillas marcan un cierto punto de distinción respecto al resto de espectadores, y sobre todo a los del montículo frente a la iglesia, los moriscos, los labriegos más pobres que a pesar de su condición y de su segregación sienten una curiosidad pareja a la de los cristianos. Cuando desmonta, la gente se apiña a su alrededor, lo que obliga a los jurados a recriminarles verbalmente para que dejen espacio, el suficiente para que el señor provisor pueda descabalgar con cierta holgura. Ya en tierra, los jurados se apresuran a saludar al doctor con el consabido beso de su anillo, maniobra que se queda en un amago, ya que no es del agrado del doctor Vitales que los disuade verbalmente, indicándoles que su rango y circunstancias no merecen tal salutación. Las condiciones estructurales del templo de San Pedro desagradan profundamente al doctor Vitales: las grietas de algunos muros, la irregularidad del suelo, la escasa verticalidad de alguna de las columnas… El problema tiene difícil solución por la condición del sustrato que abraza los cimientos: la arcilla compactada, el famoso salagón. Por tanto lo mejor es aconsejar pequeñas reformas que mejoren la habitabilidad del templo, como redireccionar la escalera del coro y embellecerlo, lo cual podría reforzar el ábside, o confeccionar unas nuevas puertas y un nuevo cobertizo a la entrada cuyo anclaje dará mayor fuerza al lienzo que la que se abre. Todo ello a la espera de que se pueda sustituir el templo por otro de nueva y segura factura. Todo está preparado para recibir al prelado y erudito doctor en la ermita. En efecto, terminada la relación de la iglesia de San Pedro, Vicente, el escribano se dirige a la ermita con las mulas. Por el camino les espera un placentero abrevado y hierba recién segada en la parte trasera de la pequeña construcción. Mientras, la diminuta campana de la escueta espadaña de la ermita avisa de la llegada de unos distinguidos viajeros. Pero Pedro Vitales se demora en las calles de Liesa, examinando a través de sus anteojos documentos y elementos arquitectónicos para alimentar una afición que, desde sus tiempos de bachiller, no puede reprimir: la heráldica que, para él, es lo mismo que decir la historia. Tampoco puede dejar de visitar a la familia de Pedro Laguna del cual era un buen amigo. Llegára tarde a la comida que tiene apalabrada con los jurados la aire libre en la ermita, pero valdrá la pena. La heráldica también sirve a la providencia divina y, además nos permite observar la mano de Dios en la vida de los hombres y su destino.
CRÓNICA (LITERAL) DE LA VISITA A LIESA DEL DOCTOR VITALES EL 5 DE SEPTIEMBRE DE 1560
LIESA. El mismo 5 de septiembre de 1560 en el lugar de Liesa el mismo señor Provisor visitó la iglesia parroquial de San Pedro de dicho lugar. Primeramente visitó al Santísimo Sacramento que halló decorosamente puesto en un sagrario del altar mayor en una caja de marfil y dentro de una cajita de plata en la que estaba el Santísimo Sacramento bajo cinco formas. Asimismo visitó la pila bautismal que halló decorosa. Asimismo visitó el altar mayor de San Pedro de la ya citada iglesia y halló el retablo de pinçel con una ymagen de St. Pedro Apostol, en el medio, y el altar, de piedra, consagrado; tres lineas, una coraça de guadamaçil, dos lamparas con su plato de açofar, un barrado al pie del altar, dos çirios pasquales, una campanilla de alaton morisco. Item visitavit altare Sancte Anne (Sta. Ana) y halló una lapida encaxada, un retablo de madera con ymagen de bulto, una coraça y un delantealtar de guadamaçil. Hay un serviçio de tres missas cada semana en los dias de lunes, viernes y sahado. Testificó la instituçion Pedro Paul, Notario de Abiego, en el anio 1540. Tiene de renta veynte libras en diversos çensales. Instituyó dicho serviçio mossen Pedro Laguna, vicario falleçido, y dexó más para los pupillos y para los patrones doçientos y çinquenta sueldos. Están las escrituras de lo sobredicho en un almario en el mesmo altar de Sancta Anna, en el qual hay dos llabes, las quales tienen los jurados de Liesa y los de Vilillas. Item visitavit altare Sancti Sebastiani (S. Sebastián) y hallóse una lapida encaxada, unos manteles, una coraça y un delantealtar de pinçel. Item visitavit altare Sancti Joannis Baptiste (S. Juan Bautista) y hallóse el altar de pinçel con la ymgen de St. Joan Baptista, dos delantealtares de pincel, una coraça; una lapida encaxada en el altar, un barrado. Item visitavit altare Sancti Michaélis (S. Miguel): el retablo, de madera, pintado con la ymagen de St. Miguel; una coraça vieja, dos delantealtares de pinçel, un barrado viejo. (Fol. 105). Hallóse, en una arca de madera, una capa de tertiopelo carmesi con su çenefa buena y su capilla; otra capa de fustan blanco bergado, una casula de tertiopelo carmesi con todo su aparejo, un palio de terciopelo carmesi con una custodia y dos angeles en medio y estrellas; una almuça de damasco colorado, un delantealtar de raso falso amarillo, con una ymagen de St. Pedro en medio; un panyo con un crucifixo, para llevar los muertos; un vestimenta de telilla rasgada, con todo su aparejo; otra casula de raso falso vergado, con su çenefa y todo su aparejo; otra casula de fustan blanco, con una cruz, con todo su aparejo; dos delantealtares: uno, de una telilla vieja, y otro, de lienço; seys manteles, quatro panyos para el pan vendito, una açaleja para la paz, un caliz con su patena de alaton, una custodia de plata sobredorada y una cruz de plata sobredorada. En el coro hallóse un façistol muy bueno y, dentro dél, un dominical y un sanctural, un offiçiero de mossen Dios, dos missales grandes y uno pequenyo y muchos otros viejos. Item visitavit el campanario y hallóse en él quatro campanas: dos grandes y dos pequenyas, y una chica para la sagra y otra pequenya para guando llevan el Stmo. Sacrnto. Item visitavit ecclesiam Beate Marie heremitaneam (ermita de Ntra. Sra.) y se halló en ella un delantealtar, de madera, pintado con la ymagen de Ntra. Senyora, de bulto; en el altar, tres manteles, una coraça, un delantealtar de lienço pintado, un barrado, tres vancales buenos, con sus vancos; una campana.
Lo que se mandó hazer en la yglesia de St. Pedro es lo siguiente: Primo un caliçico para dar el agua a los que resçivieren el Stmo. Scrnto., un caliz muy bueno y grande, del precio y valor que por el Sr. Obispo fue mandado hacer en la última visita; una casula de chamelote (Fol. 105 v.º) blanco, con todo el aparejo, para las fiestas de Ntra. Senyora; y esto para la feria del Corpus primera veniente, so pena de L sueldos. Item mandó hacer el antipecho del coro de algez labrado y un pulpito de algez muy bien labrado; y se mude la escalera del coro, por la parte por donde más comodamente se pudiere hazer, por quanto impide a la lumbre del altar; y se hagan puertas en la yglesia y un cobertizo a la puerta, que no sea muy grande, y esto dentro de un anno, so pena de docientos sueldos; y unas crismeras de plata, dentro el mesmo tiempo; y dos vidrieras en el coro y en la capilla de St. Joan, sub eadem pena. Item se mandó comprar dos platos de açofar para las lamparas de las capillas de St. Miguel y de St. Joan Baptista y esto para la fiesta de St. Martin primero veniente, so pena de veynte y cinco sueldos; y una arca, para tener los ornamentos el primiçiero. Item en la yglesia de Ntra. Senyora por quanto la alumbraria y todo lo que tiene de serviçio Ntra. Senyora viene a la primiçia, mandóse a los jurados y primiçiero compren un plato para la lampara, la qual se cuelgue en el arco que está delante de la capilla; y se arropen los altares de St. Viçente y de Sta. Catharina y se haga un pedaçico de coro en la dicha yglesia para offiçiar en los dias de Ntra. Senyora y esto dentro un anno, so pena de doçientos sueldos.
Del libro: Viaje por pueblos oscenses. Siglo XVI. Tomo II. Año1560. Autor: Jesús Conte Oliveros. Colección Aragón. Librería General. Zaragoza 1980.
Desglose analítico de la visita del doctor Vitales a Liesa en función del texto anterior (con alguna aclaración que creo pertinente):
IGLESIA DE SAN PEDRO
1.- Pila bautismal que halló decorosa.
2.- Altar mayor de San Pedro:
– Primeramente visitó al Santísimo Sacramento que halló decorosamente puesto en un sagrario del altar mayor en una caja de marfil y dentro de una cajita de plata en la que estaba el Santísimo Sacramento bajo cinco formas
– Retablo de pinçel con una ymagen de St. Pedro Apostol, en el medio, y el
– Altar, de piedra, consagrado.
– Tres líneas (manteles de lino).
– Una coraça (forro de tela u otros materiales fuertes que cubría el altar) de guadamaçil (cuero grabado).
– Dos lamparas con su plato de açofar (latón).
– Un barrado al pie del altar (estera para limpieza de las suelas).
– Dos çirios pasquales.
– Una campanilla de alatón (latón) morisco.
3.- Altar de Santa Ana:
– Una lapida encaxada.
– Un retablo de madera con ymagen de bulto.
– Una coraça.
– Un delantealtar (frontal) de guadamaçil.
– Hay un serviçio de tres missas cada semana en los dias de lunes, viernes y sahado. Testificó la instituçion Pedro Paul, Notario de Abiego, en el anio 1540. Tiene de renta veynte libras en diversos çensales. Instituyó dicho serviçio mossen Pedro Laguna, vicario falleçido, y dexó más para los pupillos y para los patrones doçientos y çinquenta sueldos. Están las escrituras de lo sobredicho en un almario en el mesmo altar de Sancta Anna, en el qual hay dos llabes, las quales tienen los jurados de Liesa y los de Vilillas.
4.- Altar de San Sebastián:
– Una lapida encaxada.
– Unos manteles, una coraça y un delantealtar de pinçel.
5.- Altar de San Juan Bautista:
– Un altar de pinçel con la ymagen de St. Joan Baptista.
– Dos delantealtares de pincel.
– Una coraça.
– Una lapida encaxada en el altar.
– Un barrado.
6.- Altar de San Miguel:
– Un retablo, de madera, pintado con la ymagen de St. Miguel (1).
– Una coraça vieja.
– Dos delantealtares de pinçel.
– Un barrado viejo.
– Un arca de madera(contenido):
* Una capa de tertiopelo carmesi con su çenefa buena y su capilla.
* Otra capa de fustán (tela de algodón con pelo en una de sus caras) blanco bergado.
* Una casula (casulla) de tertiopelo (terciopelo) carmesi con todo su aparejo.
* Un palio de terciopelo carmesi
* Una custodia y dos angeles en medio y estrellas (2).
* Una almuça de damasco colorado (esclavina, que cubre el pecho y la espalda, y que, abotonada por delante, usan como señal de su dignidad los prelados, doctores, licenciados y ciertos eclesiásticos).
* Un delantealtar de raso falso amarillo, con una ymagen de St. Pedro en medio;
* Un panyo (paño) con un crucifixo, para llevar los muertos.
* Una vestimenta de telilla rasgada, con todo su aparejo.
* Una casula de raso falso vergado (rayado o listado), con su çenefa y todo su aparejo.
* Una casula de fustan blanco, con una cruz, con todo su aparejo.
* Dos delantealtares: uno, de una telilla vieja, y otro, de lienço.
* Seys manteles.
* Quatro panyos para el pan vendito.
* Una açaleja (toalla o trapo de limpieza) para la paz.
* Un caliz con su patena de alatón.
* Una custodia de plata sobredorada y una cruz de plata sobredorada (3).
7.- Coro:
– Un façistol (atril de coro) muy bueno y, dentro dél, un dominical y un sanctural, un offiçiero de mossen Dios, dos missales grandes y uno pequenyo y muchos otros viejos.
8.- Campanario:
– Quatro campanas: dos grandes y dos pequenyas, y una chica para la Sagra (quizá una ceremonia de bendición de los cultivos o procesión propiciatoria) y otra pequenya para guando llevan el Stmo. Sacrnto.
ERMITA DE SANTA MARIA DEL MONTE
9.- Contenido:
– Un delantealtar de madera, pintado (4):
* Con la ymagen de Ntra. Senyora, de bulto (5).
– Altar.
– Tres manteles.
– Una coraça.
– Un delantealtar de lienço pintado(6).
– Un barrado.
– Tres vancales buenos, con sus bancos.
– Una campana.
ÓRDENES E INSTRUCCIONES DEL DOCTOR VITALES AL CURA Y JURADOS DE LIESA
Iglesia de San Pedro:
- Primo un caliçico para dar el agua a los que resçivieren el Stmo. Scrnto.
- Un caliz muy bueno y grande, del precio y valor que por el Sr. Obispo fue mandado hacer en la última visita.
- Una casula de chamelote blanco (tejido de lana recio, fuerte e impermeable), con todo el aparejo, para las fiestas de Ntra. Senyora; y esto para la feria del Corpus primera veniente, so pena de L sueldos.
- El antipecho del coro de algez (yeso) labrado.
- Un pulpito de algez muy bien labrado.
- Se mude la escalera del coro, por la parte por donde más comodamente se pudiere hazer, por quanto impide a la lumbre del altar.
- Se hagan puertas en la iglesia.
- Un cobertizo a la puerta, que no sea muy grande, y esto dentro deun anno, so pena de docientos sueldos.
- Unas crismeras de plata, dentro el mesmo tiempo (7).
- Dos vidrieras en el coro y en la capilla de St. Joan, sub eadem pena.
- Se mandó comprar dos platos de açofar para las lamparas de las capillas de St. Miguel y de St. Joan Baptista y esto para la fiesta de St. Martin primero veniente, so pena de veynte y cinco sueldos.
- Una arca, para tener los ornamentos el primiçiero.
Ermita de Santa María del Monte:
- Una lampara por quanto la alumbraria y todo lo que tiene de serviçio Ntra. Senyora viene a la primiçia, mandóse a los jurados (encargados del gobierno del concejo, elegidos por los vecinos del pueblo) y primiçiero (encargado de recoger los impuestos de la Iglesia) compren un plato para la lampara, la qual se cuelgue en el arco que está delante de la capilla.
- Se arropen los altares de St. Viçente y de Sta. Catharina. –
- Se haga un pedaçico de coro en la dicha yglesia para offiçiar en los dias de Ntra. Senyora y esto dentro un anno, so pena de doçientos sueldos.
ELEMENTOS DE ARTE SACRO SOBRESALIENTES EN EL INVENTARIO:
Pintura y Escultura:
- Retablo pintado con una imagen de san Pedro apóstol en el centro. Altar mayor. (Sin datos)
- Frontal de cuero grabado. Altar de Santa Ana. (Sin datos)
- Retablo con talla de ¿Santa Ana? Altar de Santa Ana. (Sin datos)
- Frontal pintado. Altar de San Sebastián. (Sin más datos)
- Dos frontales. Altar de San Juan Bautista. (Sin más datos)
- Cuadro o retablo con imagen de San Juan Bautista. Altar de San Juan Bautista. (Sin más datos)
- Un retablo con imagen pintada de San Miguel. Altar de San Miguel. ¿Quizá el depositado en el MNAC de Barcelona?
- Dos frontales pintados sobre lienzo. Altar de San Miguel. (No hay más datos)
- Un frontal o paño de raso falso amarillo, con una imagen de San Pedro en el centro. Altar de San Miguel.
- Un retablo pintado. Ermita de Santa María. Parece evidente que se trata del entregado por el mazonero Esteban Solorzano en 1537. Así que llevaba instalado 23 años en la cabecera de la ermita.
- Talla e la Virgen María situada en el centro del retablo anterior. Ermita de Santa María. De nuevo está claro que se trata de imagen en bulto redondo desaparecida en los años setenta.
- Un frontal que, aunque el invenario nos diga «de lienzo», podemos suponer con poco riesgo a equivocarnos que se trata del famoso retablo de San vicente, que por ese entonces hace compañía a las pinturas dedicadas al santo en la capilla del mismo nombre en la ermita. Ermita de Santa María.
Orfebrería:
- Una custodia con dos ángeles en medio y estrellas. Altar de San Miguel.
- Un cáliz con su patena de latón. Altar de San Miguel.
- Una custodia de plata sobredorada. Altar de San Miguel.
- Una cruz de plata sobredorada. Altar de San Miguel. ¿Será la cruz procesional?
Otros:
- Pila bautismal. Altar mayor.
- Caja de marfil. Altar mayor.
- Caja de plata. Altar mayor.
- Un facistol (atril de coro). Coro
- Libros de liturgia: un dominical y un santoral, un oficiero de mosen Dios, dos misales grandes y uno pequeño y muchos otros viejos.
- Cuatro campanas: dos grandes y dos pequeñas; de éstas, una para la Sagra (quizá una ceremonia de bendición de los cultivos o procesión propiciatoria) y otra para acompañar al Santísimo Sacramento en procesión. Campanario.
- Una campana. Ermita de Santa María.
ALGUNAS CONSIDERACIONES GENERALES:
– Curioso que la iglesia de San Pedro de Liesa centre una institución de culto y beneficiencia que como nos dice la propia relación fue instituida por el cura Pedro Laguna que, por cierto, él no deja de ser en sí mismo una institución. Curioso, además, que se comparta con Velillas. Sería muy interesantes disponer de más datos acerca de su misión y funcionamiento.
– Es sorprendente la insistencia del enviado episcopal en que se construyan, remocen o embellezcan coros por doquier. El coro era un elemento de aislamiento o exclusividad en todas las comunidades religiosas. De acuerdo, su misión en teoría era acoger a los cantores, pero en la práctica servía para aislar a las personas de alcurnia de las plebeyas, una especie de palco VIP, como el del Santiago Bernabeu, por ejemplo y con todos los respetos. Así que lo que podemos observar es una creciente tendencia en el Renacimiento hispano a distanciar a las clases sociales, hasta en las comunidades más pequeñas. ¡Un pedacico de coro en la ermita de Santa María! Pero, si la propia ermita ya es un pedacico de ermita.
– Vitales ordena que se arropen los altares de San Vicente y Santa Catalina en la ermita. Se refiere a las aras que hoy día siguen siendo visibles a los lados del altar mayor y que, aunque desplazadas, forman parte del espacio entre arcos que a modo de capillas contienen las respectivas pinturas del gótico lineal. Parece que se trata de una de las tareas más fáciles de realizar para los jurados que, por cierto, tienen trabajo si quieren abarcar todas las exigencias del prelado. Obras por doquier, objetos de orfebrería, vidrieras, ¡un cobertizo..! Pues a recaudar impuestos se ha dicho, para eso (entre otras cosas) están los jurados.
– He contabilizado cinco campanas alguna con dedicación exclusiva. Hay que ser consciente que esto nos da pistas sobre la importancia de centro espiritual que podía tener el lugar en esa época. Creo que Pedro Vitales es consciente de la antigüedad de la iglesia de Liesa y de su importancia histórica, por cuanto es capaz de leerla en los elementos ornamentales que visita e, incluso, en la toponimia y etimología del propio nombre de Liesa.
– También sorprende el gran número de obras de arte, sobre todo pictóricas, posee el pueblo de Liesa en esos tiempos. Da la impresión de que existe un buen número de familias locales con gran poder adquisitivo y el doctor Vitales lo sabe.
Cabalga de nuevo el doctor Vitales por el camino a Ibieca. Atrás queda Liesa del que se despide con un último vistazo desde el montículo de la ermita de Santa María; por delante espera todo el inventario de la iglesia de San Clemente y la suerte de no tener que realizar el de la iglesia de Foces. La cuesta que sufre desde la salida de Liesa se recrudece en los últimos metros antes de llegar a su destino. Pero ahora va en compañía de una pareja de carretas que, como su reata, han dejado el Camino Real antes de la ermita de Foces para encarar decididamente el camino de Ibieca. Las mulas resoplan castigadas por el calor y el esfuerzo. Advertidos de la novedad los paisanos y algunas autoridades esperan la llegada del provisor. Tras bendecir y despedir a los carreteros, que continúan su camino, las escenas de curiosidad y salutación se repetirán una vez más como en la práctica totalidad de los lugares visitados, y también el prurito de esas autoridades y el sesgo de humildad del enviado episcopal. Alguien grita «¡Excelencia!» intentado atrapar la atención del visitador al tiempo que le hace una amplio gesto con el brazo para indicarle el camino a la puerta de la iglesia. Los jurados se colocan delante de él para abrir el camino y apartar a los curiosos. Vitales llega a la puerta del templo rechazando con templanza el ademán del beso del anillo: «no procede, no procede», repite, «no me llamen excelencia, no procede, mejor reverendo, que es lo propio». El inventario se realiza con diligencia a pesar del cansancio de la jornada. El sol está lo suficientemente alto como para dar un paseo por el pueblo en compañía del cura y de un numeroso cortejo, aunque en este caso no se trata de un encargo oficial sino de una pasión personal del prelado. Vitales absorbe todos los detalles que cura y jurados ponen a su disposición; ante todo los referidos a los escudos de armas, que los más distinguidos vecinos de Ibieca ponen a su disposición: blasones, escudos de armas y cualquier otro elemento de la heráldica local es anotado por el provisor, dibujado o admitido como regalo para su estudio posterior. Anochece cuando Vitales se recluye en el interior del templo de San Clemente para orar. Su escribano se ha retirado a la casa que les sirve de fonda para guardar todos los materiales recopilados, clasificarlos, amén de dar de comer y abrevar a las mulas antes de la cena. Mañana será otro día, esta vez en Bierge.